Para que un agua sea considerada apta para el consumo humano debe cumplir una serie de exigencias tanto en el aspecto bacteriológico como físico y químico.
En nuestro país la calidad del agua potable debe cumplir con la norma chilena NCh 409/1 of. 2005 que establece cuales son los requisitos físicos, químicos y bacteriológicos que debe cumplir para que pueda ser consumida con seguridad por la población.
Para alcanzar el nivel de calidad exigido el agua es sometida a varios procesos físico-químicos en nuestras plantas de potabilización desde donde sale apta para el consumo.
Para garantizar que nuestra agua se ajusta al nivel de calidad exigido, tomamos diariamente muestras en numerosos puntos de la ciudad y verificamos los parámetros más importantes como la ausencia de bacterias coliformes, que tenga un nivel óptimo de cloro para garantizar la desinfección y de flúor para prevenir la formación de caries dentales. Medimos concentraciones de fierro y arsénico, la turbiedad y la presencia de olor y color.
Estos controles, además, se aplican permanentemente al agua cuando sale de las plantas de potabilización.
Especial importancia le hemos asignado al arsénico y en nuestros procesos de potabilización se reduce su concentración a un nivel 0,01 mg/L.