La historia de la desalación en el mundo y en Chile se entrecruzan en sus inicios, pues es precisamente en el norte de nuestro país donde comienzan a emerger las primeras instalaciones a nivel mundial.
Entre 1872 y 1907 se construyeron tres plantas desaladoras en la Región de Antofagasta, Las Salinas, Domeyko y Sierra Gorda, siendo la primera de éstas la precursora de la tecnología sustentable de desalación y una de las pocas pioneras de las que se tiene información a nivel mundial.
Fue en 1872, cuando el ingeniero inglés Charles Wilson construyó el primer dispositivo de desalación solar de agua que se conoce en Chile y el mundo. La instalación se encontraba ubicada en lo que actualmente es el territorio de la Región de Antofagasta, a 1310 metros sobre el nivel del mar, en el sector denominado Las Salinas, a medio camino de Caracoles y a 113 kilómetro al interior de la capital regional, Antofagasta.
La planta, de la cual existe escasa información basada en relatos históricos de la época, se trataba de un aparato de destilación solar con el cual se procesaba en el sector de Las Salinas un agua con un 14% de salinidad, que se extraía de pozos de agua salobre cercanos a la planta, mediante bombeo impulsado gracias al uso de molinos de viento. Técnicas muy sustentables para la época.
Planta Desaladora Domeyko, 1907
Según un paper realizado en el año 1883 por el ingeniero neozelandés Josiah Harding, el destilador -de acuerdo a las clasificaciones actuales de desalación- habría sido de tipo invernadero. También gracias a este testimonio conocemos detalles de estimaciones de variabilidad de rendimiento de la planta en días soleados y nublados, la administración y operación de la planta y el tipo de fenómenos físico-químicos que usualmente generaban problemas operacionales a ésta.
Respecto del lugar de ubicación de esta instalación, lo describe como una gran área de explotación minera que en su máxima capacidad requería del empleo de ochocientas carretas y cuatro mil mulas, tráfico que pasaba por Las Salinas una vez por semana. El emplazamiento de la planta se realizó en una planicie suave con una inclinación aproximada de un 1% en dirección a un antiguo curso de agua en el cual se encontraban los pozos de agua salobre y a lo largo del paso que utilizaban las carretas. Harding explica que fue necesario encontrar una zona que estuviera a cierta distancia del camino, por cuanto el paso constante de las carretas levantaba un polvo capaz de cubrir los destiladores.
En un área de 4.757 metros cuadrados había 64 destiladores conectados entre ellos mediante pequeñas canaletas de una pulgada y media cortadas por su mitad longitudinal. El agua salina era elevada desde los pozos gracias a molinos de viento y almacenada en un estanque en altura que contenía suficiente suministro para cuatro días. El agua desde allí era distribuida mediante una cañería de hierro o plomo, pasaba a los destiladores, que eran unos cajones de madera, los que -para incrementar la evaporación del agua- fueron pintados de negro y cubiertos con una tapa de vidrio. La pintura negra provocaba que el agua se evaporara más rápido y se condensara en los vidrios, los que se mantenían fríos. Luego era recogida por otras canaletas que la llevaban hasta los estanques de almacenaje de agua fresca, todo a través de la fuerza de gravedad.
Los estanques de acumulación estaban enterrados para evitar su evaporación. En tanto, cada dos días los destiladores se limpiaban de los residuos minerales haciendo correr agua salina por ellos, mientras al agua destilada se le incorporaban los minerales necesarios para su potabilización, dado que el agua destilada, al no tener minerales, podía dañar a quien la tomara.
Harding indica que la planta llegó a producir en verano cerca de 5.000 galones de agua fresca por día, el equivalente a 22.500 litros de agua, pero luego que entró en funcionamiento la línea férrea los propietarios de la planta se habrían desentendido de las reparaciones necesarias, tanto que a través de fugas y una insuficiente limpieza la producción gradualmente habría caído a cerca de la mitad de sus mejores resultados. Según los cálculos del ingeniero neozelandés, con el mantenimiento adecuado la planta producía el agua destilada a un costo menor a un centavo por galón. En su opinión el costo más alto era la renovación de los vidrios quebrados por las frecuentes tormentas de arena de la localidad.
El personal de la planta estaba integrado por un empleado que llevaba las cuentas, vendía el agua, y era el gerente del negocio completo. Un vidriero y dos empleados para limpieza y reparaciones y, a intervalos, un carpintero para reparar los marcos de madera de los destiladores.
Es posible afirmar que Las Salinas fue vista por miles de testigos: se situaba justo junto al camino y la línea del ferrocarril que unía Antofagasta con Calama y, más allá, el mineral de Huanchaca. Resulta curioso que hasta ahora se haya encontrado apenas un puñado de testimonios: un ingeniero británico en 1883 hizo la descripción más detallada. En 1884 su inventor, Charles Wilson Scott, añadió unos pocos pero muy relevantes datos.
Charles Wilson Scott, inventor de la Planta de Las Salinas al conocer la publicación de Harding, respondió a ese texto a través del medio Scientific American Supplement. En una carta dirigida al editor de dicha revista científica señaló dos asuntos a destacar: en primer lugar, la planta, hasta donde llegaba su conocimiento, mantenía los mismos rendimientos desde el inicio de sus operaciones. En segundo lugar, la existencia de la desaladora solar había permitido ahorrar en once años, dice Wilson, la no despreciable suma de 16 mil toneladas de carbón, por lo que esta opinión pudo no haber sido recibida como una solución, sino como un problema, pues la explotación de la energía solar representaba una seria amenaza para la industria de la desalación del agua a través de máquinas evaporadoras o condensadoras a carbón. Por tanto surge la teoría que la desaparición de esta técnica no se debe a su mala performance, sino más bien a la amenaza que representaba para otras industrias de energías fósiles de la época.
A mediados del siglo XX, es decir, varias décadas después de concluida la operación de la Planta Desaladora Las Salinas, la científica del MIT María Telkes difundió estos escritos, señalando que la planta de Las Salinas fue la primera de su tipo conocida a nivel global.
La influencia de esta mujer en el mundo de la desalación se basa en que fue quien inventó los dispositivos de desalación para embarcaciones, tecnología que hasta el día de hoy perdura en los grandes barcos que navegan por el mundo.
Fuente: Estudio “La ingeniería británica de desalación de agua mediante el uso de la energía solar en Chile en el siglo XIX”, de los autores Nelson Arellano Escudero y Antoni Roca-Rosell, publicado en la Revista Latinoamericana de Historia de las Ciencias la Tecnología “Quipu”, Vol15, núm 2, mayo-agosto 2013 (pág. 163 a 191). La investigación se basa en la publicación “Apparatus for solar distillation”, realizada en 1883 por el ingeniero Josiah Harding, en la sección “Selected Papers” de Minutes of the Proceedings de la ICE, Inglaterra.
Debió pasar casi un siglo para volver a ver operando una planta desaladora de agua en Chile. En las postrimerías del siglo XX, específicamente el año 1998 se inauguró en la puerta norte de Chile, Arica, nuevamente una planta desaladora para consumo humano. Aunque no precisamente de agua de mar, la planta desaladora de Arica, perteneciente a la empresa sanitaria de esa zona, Aguas del Altiplano, desala agua salobre del río Lluta, casi en la frontera con Perú. Inicialmente producía 200 litros por segundo, pero en la actualidad abastece 412 l/s de agua desalinizada.
También el año 1998 comienza la operación del primer proyecto de Agua Potable Rural (APR), con tecnología de Osmosis Inversa, para desalar agua salobre. La iniciativa se concretó en la comuna de San Pedro de Atacama, en la Región de Antofagasta, financiada con fondos del Ministerio de Obras Públicas, para abastecer la demanda local. A este proyecto a la fecha se han sumado al menos 20 más a lo largo del norte de Chile, principalmente en localidades costeras.
Luego, en 2003, de la mano de Aguas Antofagasta, nace la primera planta desaladora de agua de mar del siglo XXI, para abastecer las necesidades del 100% de los habitantes de Mejillones y el 80% de los de la capital regional, con una producción de 850 l/s.
Este 2020, en septiembre, nuevamente Aguas Antofagasta amplía su disponibilidad de agua potable proveniente del mar, con la inauguración de la Planta Desaladora de Tocopilla, que con sus 75 l/s cubrirá la demanda de sus 23 mil habitantes, convirtiendo a esa comuna en la primera sobre 20 mil habitantes en ser abastecida completamente con agua desalada, además de contar con respaldo cordillerano en caso de una emergencia mayor. De esta forma, Tocopilla cubre 100% su demanda de agua potable con el sistema más sustentable existente actualmente en el mundo, para superar el estrés hídrico que afecta a gran parte del país.
Tras este arribo de la desalación de agua de mar, se han sucedido una serie de proyectos de desalación para la industria minera, especialmente en la región de Antofagasta y se esperan nuevos proyectos de gran envergadura en la región de Tarapacá y Atacama, para abordar de manera sustentable la demanda industrial y consumo humano.
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